La profesión de piloto, y con ella el sector aéreo, se enfrenta a varias amenazas de cara al futuro. Además de vocación, el aspirante a piloto ha de cumplir una serie de requisitos físicos, desembolsar importantes cantidades y realizar un gran esfuerzo que, actualmente, no garantiza un posterior desarrollo profesional que compense todo lo anterior.
En definitiva, la profesión de piloto está dejando de ser atractiva para las nuevas generaciones que optan por otras salidas profesionales con mejores perspectivas, con lo que la escasez de pilotos va a ser una realidad con consecuencias para las aerolíneas y la seguridad aérea, en buena medida debido a la falta de instructores cualificados y el descenso en el grado de experiencia de los comandantes.
Este demoledor análisis lo expuso la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) durante la pasada conferencia de alto nivel sobre seguridad operacional organizada por OACI en febrero de 2015 en Montreal.
Afortunadamente, IATA también presenta soluciones frente a estos malos augurios, soluciones que de una u otra forma pasan por potenciar y mejorar la formación de los pilotos en todas sus fases e invertir las políticas de recursos humanos de los operadores aéreos.
Algunas previsiones estiman que para 2033 se necesitarán más de 500.000 pilotos, de los cuales 216.000 serán para Asia-pacífico. La demanda de pilotos será alta, pero ¿su capacitación y preparación? Es el momento de poner en valor la figura del instructor, tan degradada en los últimos años, y tan necesaria para sentar las bases del conocimiento que le permitirá al futuro piloto ser un gran profesional.
El informe de IATA está a medio camino entre el presente y el futuro. No hay tiempo que perder para que la industria, las autoridades y los propios profesionales adopten medidas que permitan seguir ofreciendo a los pasajeros una aviación segura.
Sonia Álvarez Herrero 